By Paco Inclán
In Cabanyal Horta time is different. Waiting time, time that adapts to the cycle of harvests, time connected to the past, to those tons of memory that emerged from the subsoil by shovels. Faced with the immediacy and rush that engulf us (time catch up with us), here time stands still: it stops and observes.
Cities are transformed from the confronted gazes of those who inhabit them. In Cabanyal Horta, where others saw a dump on the ruins of an old fishing village, they saw a plot full of possibilities: a living forest of food, an edible garden, an open-air sociocultural center, a guesthouse for migratory birds, an orchard, a playground. Where others saw waste, they saw a heritage to rescue from oblivion. Where others, still today, continue to see it from a speculative gaze of concrete and brick, so deeply rooted in the Valencian coast, they propose a meeting place, without fences, to reflect on the model of city that we want and unearth concepts that remained trapped in the discursive blablabla: social innovation, citizen participation, green areas, urban garden … The project resembles a school with the recreational vocation that the Greeks gave it [skholè: leisure, free time]. Learning is playful, horizontal, even enjoyable; much of what is discovered here is neither curricular nor taught in classrooms. Its transmission flows rhizomatically in the knowledge that plants treasure, in trial and error, in the sensitive synaesthesia that at nightfall allows the sound of birds to be felt with the fingers, in the practice of gardening as a pretext for the cultivation of the relaxed talk, the happy socializing, the exchange of knowledge.
In the past, this area was home to a fishing nets factory. And that is the impression that the space still transmits: offering itself as a factory of networks that are woven daily between animals, plants and the neighborhood of different generations, origins and motivations. A relational fabric that experiments with possible futures for a territory under permanent threat of harassment and demolition. In Cabanyal Horta the methods, like time, are also different. Organic, like the seeds that germinate in its orchards.
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En Cabanyal Horta el tiempo es otro. Tiempo de espera, tiempo que se adapta al ciclo de las cosechas, tiempo conectado al pasado, a esas toneladas de memoria que emergieron a palazos del subsuelo. Frente a la inmediatez y las prisas que nos sepultan (echarse el tiempo encima), aquí el tiempo no corre: se detiene y observa.
Las ciudades se transforman a partir de las miradas confrontadas de quienes las habitan. En Cabanyal Horta, donde otros veían un vertedero sobre las ruinas de un antiguo poblado marinero, ellos vieron un solar repleto de posibilidades: un bosque vivo de alimentos, un jardín comestible, un centro sociocultural al aire libre, un hostal de aves de paso, un vergel, una zona de juegos. Donde otros veían residuos, ellos vieron un patrimonio a rescatar del olvido. Donde otros, todavía hoy, continúan viéndolo desde una mirada especuladora de hormigón y ladrillo, tan arraigada en la costa valenciana, ellos proponen un lugar de encuentro, sin vallas ni cercos, para reflexionar sobre el modelo de ciudad que queremos y desenterrar conceptos que quedaron atrapados en el blablablá discursivo: innovación social, participación ciudadana, zonas verdes, huerto urbano… El proyecto asemeja a una escuela con la vocación recreativa que le otorgaron los griegos [skholè: ocio, tiempo libre]. El aprendizaje es lúdico, horizontal, incluso placentero; mucho de lo que se descubre aquí ni es curricular ni se enseña en las aulas. Su transmisión fluye rizomática en los saberes que atesoran las plantas, en el ensayo y error, en la sinestesia sensitiva que al caer la tarde permite palpar con los dedos el sonido de los pájaros, en la práctica de la jardinería como pretexto para el cultivo de la char- la distendida, la alegre socialización, el intercambio de conocimientos.
En el pasado, esta zona acogió una fábrica de redes. Y esa es la impresión que todavía transmite el espacio: la de ofrecerse como una fábrica de redes que se tejen a diario entre animales, plantas y vecindario de diversas generaciones, procedencias y motivaciones. Un tejido relacional que experimenta con futuros posibles para un territorio bajo amenaza permanente de acoso y derribo. En Cabanyal Horta los métodos, como el tiempo, también son otros. Orgánicos, como las semillas que germinan en sus huertos.